¿Qué le ha parecido el primero capítulo de "Bellas y ambiciosas"?

jueves, 26 de abril de 2012

"Eric Wiseman en el mundo de los ácaros"





Capítulo 1


Era un viernes de junio de 2012. Eric Wiseman, modesto estudiante de la facultad de periodismo, había quedado con su amigo de la infancia Héctor "el cubata" para hacer en su casa la sesión de espiritismo que acostumbraban a practicar cada viernes. Héctor ya había cogido de su trastero los materiales necesarios para que estuviera todo a punto a la llegada de su amigo. Una vez llegó, sin más dilación se dirigieron hacia la sala de estar, lugar donde realizaban los ritos correspondientes. Héctor comenzó a ambientar el cuarto con aroma de cannabis, lo que, según él, atraía a los espíritus más interesantes. Mientras tanto, Wiseman jugueteaba con los vasos de cristal que harían la función de intercomunicador con el mundo de ultratumba. Héctor terminó de ambientar.
- Eric, dame el tablero.
- ¿Para qué?
- Quiero untarlo con un poco de garum para ver si se consigue más intimismo con "los otros"
- No creo que sea una buena idea, ya sabes lo que le pasó a Ferdo y su novia.
- Ellos eran inexpertos, era la primera vez que lo hacían, tu dámelo que no pasará nada.
- Está bien.
Eric acabó cediendo y le dejó el tablero a Héctor, y éste lo empezó a untar por la parte inferior con una salsa que desprendía un agradable olor. Una vez finalizados los preparativos, Héctor dijo:
- Empecemos.
Ambos se colocaron alrededor del tablero, se agarraron a la pata de la mesa con una mano y la otra la pusieron sobre el vaso. Héctor murmuró unos conjuros arcaicos y enseguida ambos sintieron un gélido escalofrío que les recorrió la espalda de arriba a abajo. El vaso comenzó a moverse.


 Capítulo 2


El vaso comenzó a moverse. Héctor preguntó, con tono firme y apasionado:
- ¿Cómo te llamas?
No hubo respuesta. Eric y Héctor, desilusionados, quitaron sus manos del vaso y se tumbaron en el suelo. Héctor se levantó y disponía a irse cuando de repente el vaso empezó a moverse. Se posó en la F. Eric y Héctor se miraron y pusieron su mano de nuevo sobre el recipiente. Éste volvió a moverse, y se posó sobre la E. Progresivamente fue señalando la R, la M, la I y la N.
- Fermín...- aclaró Wiseman.
- ¿Cúantos años tienes Fermín?- preguntó Héctor mientras se agarraba fuertemente a la mesa.
El vaso se posó en la H, en la I, y en la L. Héctor se impacientó.
- ¿Qué cojones significa hil?- No llegó a acabar la frase ya que empezó a vomitar sangre de forma continuada. El aire se volvió tenso y los dos amigos auguraban una catástrofe. El vaso, donde Wiseman tenía apoyada su mano, reventó, causándole a Eric profundos cortes en la palma y los dedos. Cayó al suelo retorciéndose de dolor mientras Héctor continuaba su particular calvario siniestro. El dolor de Eric no cesaba, era un dolor insoportable y no encontraba alivio alguno para remediarlo. La materia del medio se empezó a condensar exageradamente alrededor de la figura de Héctor hasta que se colapsó, haciendo imposible que el cuerpo de Héctor pudiera protegerle de tal tensión y acabó reventando. Sangre y vísceras se esparcieron en todas las direcciones del espacio, redecorando la habitación de un macabro conjunto de órganos y fluidos vitales. Wiseman contemplaba horrorizado la escena desde una esquina. Su mano no paraba de sangrar y el dolor le causaba una agonía inaguantable. Lo único que deseaba es que dejara de dolerle. Se levantó y se acercó a la puerta, lo único que quería era salir de ese satánico santuario. Cuanto más se acercaba a la puerta, más le costaba andar, era como si una fuerza se lo impidiera, no podía tocarla. Después de intentarlo repetidas ocasiones, desistió, se dio por vencido. Por el contrario, notaba que algo le empujaba hacia el centro de la sala, hacia la mesa. Se dejó llevar, y cuando se acercó notó que el espacio se deformaba a su alrededor, se hacía elástico, algo que nunca había visto antes. Un tiempo después, poco para unos, mucho para otros, cayó inconsciente en ese desconocido vórtice de materia.


Capítulo 3


Eric abrió los ojos. Había perdido completamente la noción del tiempo. Se encontraba en un mundo insólito que nunca había visto antes, el suelo estaba formado por gruesas cuerdas, hasta el infinito, y el cielo era negro, no llegaba apenas la luz del sol. Estaba muy asustado, no tenía idea alguna de dónde de encontraba, pero mas asustado estaría si supiera el futuro que le esperaba. Empezó a avanzar, no veía nada apenas por lo que fue tropezando con las cuerdas del suelo numerosas veces. La mano le seguía doliendo sin parar, no paraba de sangrar la herida. Wiseman siguió avanzando durante una hora, caminando hacia adelante sin parar, hasta que le pareció ver algo moverse a lo lejos. El miedo se apoderó de su cuerpo y se vio incapaz de realizar ningún movimiento, estaba petrificado. El ser que se movía se acercaba a él, cada vez más rápido. El corazón de Eric latía aceleradamente, sobre todo cuando detectó más de esos seres a lo lejos. Cuando ya estaba a escasos metros suyos, Wiseman pudo ver con lo que se encontraba y soltó un grito aterrador. Un ácaro de tamaño descomunal, con ocho patas peludas y un infernal aparato bucal que recordaba a las voraces fauces de la hidra en La odisea. Eric pudo ver el terror en estado puro. Sabía que estos seres eran depredadores y sabía que aquél le había visto. El ácaro seguía avanzando implacable hacia el joven Wiseman. Consiguió recobrar sus fuerzas e intentó salir corriendo. Pero fue en vano. Aquél ácaro era demasiado rápido y no iba a dejar escapar esa oportunidad. El ser ya había alcanzado al pobre Eric, abrió sus diabólicas mandíbulas y le sesgó la pierna derecha. Un dolor inimaginable inundó la mente de Wiseman. Aquél terrible dolor le hizo incluso olvidarse de que se encontraba en la antesala de la muerte. Eric cayó de bruces al suelo, y acto seguido el ácaro cogió lo que quedaba de él y se lo llevó a la boca. Wiseman pudo ver el interior del ácaro durante unos segundos antes de que éste le destripara con sus afilados instrumentos de desgarre y lo engullera. Al final, la vida del desafortunado Eric acabó en una desgracia más cruel y terrible de lo que él hubiera podido imaginar en vida, nunca hubiera imaginado que el porvenir le depararía tan fatídico destino.



















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